Siempre

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lunes, 6 de febrero de 2017

Bob Marley en el Sam´s

Una vez vi una camiseta que decía "Thank God for little girls". Me hacía pensar en la niña de mi amiga Tere, Tatiana, que es una niña padrísima y que de pequeña era la ternura hecha muñequita,la carita más bonita del mundo.
Hoy acudí a hacer la compra de cosas de comer y beber a la bodega Sam's y al super de junto, porque en el Sam´s venden todo de a montón y hay cosas que necesita una de a poquianchis, como el ajo. Yo, que soy tan mona, iba por aquellos pasillotes cantando (bajito, no vayan a creer) "Every little thing is gonna be all right" de Bob Marley. Así soy yo y palabra scout que es sin querer; cuando acuerdo estoy cantando, silbando e incluso bailando en los sitios más insospechados. Total, que voy cantandito y una niñita linda de unos cuatro años que iba sentada en el carro de la compra empujada por su papá dice: "¡Una señora cantando!". El papá volteó y yo le dije a la nena: "es que estoy contenta, ¿tú no?". Dijo que sí y se quedó con una sonrisa enorme. Yo seguí con mis cosas, que me faltaba queso, café, aceite, vino, carne y galletas, pero me preguntaba por qué se me habría pegado esa canción y llegué a la conclusión de que era un mensaje del más pallá de que de verdad, todo estará bien.
Muy bien.
Dejé las cosas en el carro y fui al otro super a comprar comida para gato, leche, pan, garbanzos, detergente y chorizo -si ya se dieron cuenta estoy presumiendo mi buena memoria-, y al agacharme para coger no sé qué cosa otra niñita, de esas que tienen como dos años pero están grandotas, me dice: "¡Hola Mamá¡". Yo, fascinada, le dije con igual entusiasmo; "¡Hola Nena!". Fue el día de las niñitas. Yo no tuve niñas, tuve niños, y siempre creí que si hubiera tenido la docena de hijos todos me hubieran salido varones, porque la naturaleza es sabia y sabe que soy más de baseball que de Barbies, y me encanta haber tenido con quien jugar pelotazos, pero las nenitas son una ternura, mis sobrinas fueron fuente de otro sentimiento muy distinto y muy bonito. A la fecha, con lo lejos que están ya todas de ser niñas pequeñas, me gusta mucho compartir con ellas.
Y regresé a mi casa  a hacer carne en su jugo estilo Guadalajara que ya tenía planeado antes de que me avisaran de que mi mamá vendría a comer. Su primera salida en tres semanas porque estaba enferma. Llegó y nos sentamos en una mesa en el jardín a comer y beber muy rete agustito, como debe ser, y le di dos fotos de la portada de un libro antiguo que conseguí que habla del trazo de la frontera entre México y Guatemala donde viene el retrato de uno de los principales hacedores de ese proyecto; su bisabuelo. Luego luego vio la fotografía (vienen 5 fotos de distintos ingenieros) y dijo "!Ay, este es Don Manuel Pastrana!". Alzheimer selectivo.

Sabiduría de hoy: Everything is gonna be all right.

martes, 17 de enero de 2017

Sin deberla

Una vez estuve enferma. Bueno, han sido varias, como todo mundo, pero en esa ocasión estaba enferma-enferma. Como los brujos de bata blanca no le atinaban a lo que yo tenía tras de haber girado por varias consultas, hospitales y laboratorios, y ya me quedaban nada más como ocho glóbulos rojos por litro, hubo una reunión multidisciplinaria de médicos para jugarse mi diagnóstico al dominó o algo así. Entre todos, como capítulo del Dr. House, le adivinaron.
La doctora que los reunió me preguntó, como para alivianar la cosa: "¿qué se siente tener tantos doctores viendo tu caso?" Yo, toda mona, le respondí sabiamente: "Podría ser peor, podrían ser abogados".
Y sí, Veintitantos años después descubro que es peor. Sobre todo cuando una sin comerla ni beberla tenga que pagar patos ajenos.
Sobre todo cuando por malos manejos de un tercero sale una bailando.
Sobre todo cuando sabes que sin tener nada que ver se ve involucrada y ahora tienes que gastar dinero que no hay en estos brujos de traje caro, angustiarse, no dormir...
Y ahí me tienen toda agorzomada. Toda apachurrada, toda deprimida. Ganas me dan de coger un barco aunque sea de polizona e irme a lejanas tierras a pintar cuadros exóticos, pero resulta que no hay puerto en Coyoacán.
Santo Niño del Cacahuatito, ¡ayúdanos!

Y para distraerme del caso me puse, aparte de mi trabajo y quehaceres propios de mi sexo de los cuales no me puedo escapar (ojalá ya pronto le hagan salida al mar a Coyoacán), me dispuse a hacer e investigar la historia de las Muelas de San Jenofonte. ¿A que no habían oído hablar de ellas? Pues son de esas reliquias antiquísimas de la Iglesia Católica junto con los huesitos, pellejitos, cráneos y cuanta parte anatómica se nos ocurra que hay en las iglesias. Milagrosas o no, me parecen muy curiosas, muy interesantes, como el prepucio del niño Jesús, del que había ya como cuarenta conservados y venerados en iglesias y conventos de Europa hasta que el Vaticano hubo de prohibir su culto. Nada más que tenga terminadas las investigaciones se las pasaré a mi hermano Alfredo para que me ayude con la cuestión psiquiátrica del asunto y podamos presentarlo en ilustrativa conferencia.


Sabiduría del mes (gratis aunque debería cobrar un poquín para la causa): Cuando griten "sálvese quien pueda", ojalá puedan.