Siempre

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lunes, 25 de agosto de 2014

¿Seré?

A ver si después de tantos años de presumir de ser tan mona va a resultar que no lo soy tanto. Mira que abandonar tantas cosas, entre ellas este humilde, sencillo pero honradísimo blog.
Las actualidades van surtidas, como las tallas de los calzones. Desde un viaje con amigas, en plan viva la Pepa, a Huamantla, Tlaxcala, donde estuvimos en la hacienda de una compañera del colegio y donde tuve, por tres días, catorce años. Fue treparme a los árboles a comer ciruelas de diferentes clases; fue disfrutar de un ataque de risa imparable a la una de la mañana; fue subirme a escondidas al coro de la capilla y cantar el Ave María yo sola. Fue cantar con la guitarra, bailar, actuar como en las fogatas, sólo que ahora en lugar de chocolate una toma sus cubas, que los catorce años iban sólo por dentro. Me dicen las amigas que yo era una latosa y que hacía bullying . ¿Seré?
También sufrí mi cuota de trámites-robo del Gobierno del D.F. Ya sabemos que la tarjeta de circulación caduca cada tres años como atún en lata (y eso que es de plástico), y hay que cambiarla. Para eso le piden a uno copias fotostáticas de cada tenencia, tarjeta anterior, identificación, comprobante de no robo, factura del coche (que ahí va uno cargando peligrosamente en el carro), y demás. Menos mal que es tránsito y ecología, según ellos, para que terminen en basura. ¡Pero si se ve en internet que tiene uno todo pagado! -les decía yo ya burlándome-, pero nada, se quedan con sus jetas de "ya lárguese que quiero tragarme mi torta de tamal seboso". Un asco, además, el local donde se realiza el absurdo y tarado trámite.
Y sufrí muchas otras cosas más, que una, no se crean, tampoco es de hule y suele acongojarse por las situaciones económicas, morales, físicas y espirituales propias y de quienes la rodean. A veces dan ganas de desligarse...
Y terminé un trabajito e imploro a los Santos Chambeadores por otro. No sé si ponerle una palmera californiana a San Pancracio, porque el perejil como que ya le aburrió, yo creo. Por lo pronto en que sale ganón es el marido, porque me da por cocinar y hornear. He hecho pan de tocino y queso, de aceitunas y perejil, de cebolla, de dulce, hasta que se me termine la bolsa de levadura. He confeccionado galletas de colores y pasteles decorados;  papas viudas, chop suey con arroz, caldos gallegos y hasta chiles en nogada pasando por carnes, pollos y verduras. Por cierto que hoy es su santo, no que lo celebre ni que se acostumbre o incluso que se haya dado cuenta, pero lo es. St,. Louis Rey de Francia. No va a ser de cualquier Luis mundano mi esposote y, junto con él, Diego.  Creo que mañana o pasado haré mole... así estoy.
Otros ratos los dedico a la pintada. Cuadros muy pequeños, para sentirme así como señora victoriana, de lugares que he visto y pisado. Y alguna pared también, por ejemplo la lavandería de casa que ya estaba muy gacha. Y para la noche leo. Como me tocó la feliz herencia de los libros del papá de mi amiga Coco (gracias Coco), me he echado unos novelones del XIX de esos que nunca había leído, como Jane Eyre, Emma. Descubro autores como Turgueniev con El primer amor, Vasco Pratolini con Crónica familar; Saul Bellow con las Memorias de Mosby y leo a los ya por mí conocidos.
Se aceptan herencias.
Sabiduría Gratis: Si Coelho vende sus frases, venderé las de mi invención, que son igual de perogrullas pero más bonitas.