Siempre

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jueves, 20 de diciembre de 2012

Coincidencias del fin del mundo

Quise escribir esto antes de que el mundo se acabe, así que me quedan, si acaso, unas horas.
En paz estoy, ya me tomé mi café con mi postre y eso es un estado muy cercano al Nirvana y al Edén.
Cayó mi cumpleaños el día dieciséis. Siempre coincide, nunca cae un día antes ni uno después. Ya si eso no es una de esas coincidencias que vaticinan el apocalipsis, no sé yo. Los trámites para que se me canonice se verán interrumpidos por el fin del mundo, es una lástima, porque hacía falta una Santa Lorena en el calendario. El Papa que es tan lento para algunas cosas. En fin,
Para despedirme he atendido muchos borlotes, ágapes y relajitos como debe ser. Es que si no, la verdad, me aburro, me aburro muchísimo últimamente y el alma me pide distracción. Uno de ellos, ayer, fue la presentación del libro de mi hermano. Si alguien le quiere echar ojal, al final pongo el link, sólo que está en formato de Blog de manera que hay que ir de atrás-adelante, buscando el capítulo primero al final,. Bueno, de una vez pongo la dirección:

http://medicinamayamisterios.blogspot.mx/

El fin del mundo maya no nos librará de los yucatecos, por el contrario, se sentirán orgullosos de ser la sede de tan magno evento y nos venderán más caros los panuchos y la cochinita pibil. Yo, por si se acaba el mundo, invertí en la cosecha de achiote a futuro. Total, si se acaba no pierdo nada, y si no se acaba estará a la alza total. Líbranos de la Casta Divina, amén.
¿Qué será peor? ¿Que el fin del mundo me agarre ocupada o descansando? Como creo que al fin de cuentas da igual, así que haré lo que surja en el momento. No sé qué ponerme para el acto porque si es tsunami tendría que ponerme bañador; si es lluvia de fuego ropa fresquita; si es glaciación abrigo... Creo que va a ser en forma de ventarrón porque todo el día ha soplado el viento como loco arrancando toneladas de hojas a los fresnos. Parece una constante lluvia. Pachita cree que son pájaros y las persigue; Chicha se queda echada y va siendo cubierta por ellas; Chica se quita porque le dan comezón. El marido se aloca sacando su aspiradora/sopladora y la asistenta barre y barre. A mí me gusta el jardín cubierto de hojarasca. Yo mejor hoy no hago nada, no vaya a trabajar de oquis (en balde, pa ná).
En fin, que si sigue el mundo vivo mando deseos de feliz Navidad y Año Nuevo y me iré de viaje. Si se acaba espero nos veamos en el Más Allá para seguir chiroteando.
Amén.



domingo, 2 de diciembre de 2012

Pos ahí tienen que fui y volví de Guadalajara, La ciudad, con ese tamañazo que ya tiene, aún conserva sus rincones, sus tradiciones, sus recuerdos de toda la vida mezclados con el desmadre de ser tan grande. El tráfico horroroso, los marchantes ilegales exigiendo sus lugares de "trabajo", en fin. Pero yo fui a lo que iba; a un bodón. Todo bellísimo pero más la compañía. Recupera una primas que ya parecían lejanas y que son hermanas. Eso es una felicidad. Todas de un guapo que da miedo.
Y estuve más de cerca de mi mamá. No es lo mismo llevarla al banco, a las tiendas, que estar con ella veinticuatro horas/día y darse cuenta de que pregunta doce veces lo mismo o hay que decirle la misma información setenta y dos. Eso sí, con más paciencia que la del santo Job. Mariana, mi sobrina, me tiene asombrada con la calma y cariño con que le aclara las cosas y se las repite, igual que yo, como si fuera la primera vez tranquilizándola: "no te preocupes Meche..." Pero me mortifica -para usar la palabra abuelesca y maternal- horriblemente su olvidadez. Qué duro. Se queja (cien veces) de las inyecciones que le ponen, que no son inyecciones sino parches que dizque para la osteoporosis, porque le dejan unos magullones como chipotes levantados que le producen comezón y ardor y me dice que son inventos de los laboratorios para sacarles el dinero a las viejitas.
En la FIL de Guadalajara se presentó "La otra historia clínica", libro que, como todos mis fans saben, incluye un texto mío. Good.
Y otras broncas se me aparecen. No son mías pero como si lo fueran. Cuando los que amamos se meten en problemas son nuestros, ni hablar. Crucen dedos, prendan veladoras, cepíllense los dientes (perdón, deformación profesional). Si es que nunca acaba una, de verdad. Noche en blanco.
Pero viene la Navidad y ya si eso no nos alegra aunque sea el ratito en que vemos al Santa Claus o un arbolito lleno de bolas doradas es que estamos muy reteamargotes. Trataremos de sonreír, de cantar, de envolver algún regalete y de abrazar a los cuates.
También viene mi cumpleaños, no hago fiesta porque se creen que es posada y pos no. Pa festejos estamos. Por lo pronto hoy domingo me aplasté a ver Casablanca enterita pa mí sola. Conste que antes lavé mis sneakers, hice algo de jardín y fui con mi muñecazo al pan. Digo, tampoco se crean que me quedo en bata, crema y tubos.
Al mal tiempo buena cara, aunque me salga toda fingidota. Aunque haya entrado de presidente ayer el Peñanieto, que al oír un pedazo de su discurso inaugural me puse chinita; hagan de cuenta que oía al GDO, LEA o JLP. Sálvese quien pueda, echen paja, avienten una piola.
Sabiduría del mes: No tengo, me quedé atontada. Lo siento.





miércoles, 31 de octubre de 2012

Los muertitos

Como todos los años,llega el día de muertos, de los santos difuntos o de todos los santos. Cada año es más lo que se anuncia, se adorna, se aloca la gente poniendo sus altares llenos de papelitos, calaquitas, ollas de mole de a mentiritas y flores apestosas, de esas llamadas sepanosequesúchil y que a mi pobre Manolito le daban una alergia horrorosa. Tenia que faltar al colegio varios días en aras de no morirse porque la SEP manda que se hagan las ofrendas, para conservar la "tradición". Esa tradición se reducía, hace todavía cuarenta años, a unos cuantos pueblos como el hermosísimo Pátzcuaro, donde se ilumina el lago y el cementerio con velas en las lanchas; algunos lugares de Puebla donde hacen alfombras de esas mentadas flores amargas para agasajar a sus difuntos y otros aislados sitios. Desde los gobiernos "revolucionarios" los secretarios de Educación se dieron a la tarea de homogeneizar el folcklore de manera que de repente los mariachis eran de todo el país, por ejemplo, y ya no de Jalisco. Más adelante en un afán de mexicanizar a los mexicanos decidieron hacerle la competencia al Halloween, que en México siempre era fiesta de los niños, de concurso de disfraces en la primaria y de comer dulces. Entonces, al grito de salvemos nuestras tradiciones, nos tradicionaron a todos y cuando a mi generación nos tocó llevar niños al colegio tuvimos que hacer calacas de cartón, comprar ollas y papel picado, cuando de chicos jamás vimos una ofrenda ni un altar ni de lejos. Mi madre, que vive en esta ciudad desde que la Roma Sur era el sur, tampoco oyó de estas costumbres en su vida, hasta que sus nietos tuvieron que practicarlas a fuerzas.
Y venga a vender macetas con las flores esas amarillotas y otras pachonas moradas, y el mercado, el súper y la calle se llenan de esqueletos de cartón piedra, de papel maché, de barro; dulces de colores y figuras mortuorias; a hacer su agosto, pues. Tan comercial como el Halloween. Sólo falta que inventen que hay que dar regalos de día de muertos. Puras tarugadas, pero hoy que salí del taller de pintura, vi el jardín y la plaza del pueblo atiborrada de parafernalia mortecina: esqueletos en los árboles, dinerales en macetas de flores, techos listos para alojar ofrendas, muchachada disfrazada de "catrinas" y de esqueletos. En el centro de cultura donde llevo el taller también el personal no hacía otra cosa que decorar con papel picado y    mil cosas más la escalera, el hall, los ventanales. Será ofrenda para Rosita Arenas, que era su casa. Pero no, aprovechan para hacer política.
Lo único que, a veces, me gusta del día de muertos es escribir calaveritas.
Pobres muertos, ya ni en su día les dejan en paz, porque los panteones el viernes serán romería total.
Yo mejor me pongo ahora mismo a hacer unos bollos preñados de Cabrales que, gracias al señor (Salmón) tengo harto queso. Mientras ahí va mi calaverita, dedicada a mi lindo marido, que da gusto verlo:

Estaba el Pipa comiendo
dos fabadas y un vinón,
cuando la muerte le dijo:
"ven conmigo a mi panteón"
No pudo decir queja
y empezó con un torzón
y la muerte, no pendeja,
se lo lleva por tragón.

(Se aceptan donativos. Se agradece su propina.)

Y que me fui  a Puebla a la Carrera Panamericana. Me lo pasé megapadrísimo, me dediqué a ver antigüedades, a comer agustito y traje fotos de coches, para pintar.
Y que me voy a Guadalajara dentro de dos semanas. Qué feliz. Mi disco (vertebral, no el de rock que he de lanzar) me había dejado sin ir por casi dos años. Voy a una boda, que se casa otro sobrino como parte de  la fiebre bodarrial que se soltó este año.
Talué





viernes, 5 de octubre de 2012

Aserrín aserrán

Pues heme aquí, como siempre y como nunca. Tras de mucho trabajar me tomaré unos días (y unas cubas pero eso es aparte) para poner en orden muchas cosas. Papeles, banco, estudio, clósets, libros, archivos digitales; todo me reclama a gritos mi abandono y yo, que soy tan mona, no puedo hacer más oídos sordos. Me ha inspirado  además, mi comadre que es tan ordenada y tan decente y que acomoda hasta su vida mientras que yo ando manga por hombro. Sea pues, inaugurada, la semana del orden. Tal vez sea una semana de tres días, o de dos, no lo puedo asegurar, pero lo que se logre será ganancia. Es que he apretado algo mis horas de trabajo para poder darme el lujo de ir a pintar, que lo es. Ayer, por ejemplo, avancé en mi plastadero mientras oía una banda militar en la plaza del pueblo, y luego una orquesta. Pensé que era por el cambio de delegato pero no: era por San Francisco, que los curas de la parroquia son Franciscanos. Saliendo del taller me paseé por el atrio y había gran banda tocando, comida y fiestón. Muy lindo todo, bajo este sol de octubre que no calienta pero quema y este cielo azul que se acabó de exprimir en días pasados con el cordonazo del mismo santo con bombo y platillo, rayos, granizo y tormentón.
Y es que prefiero inspirarme en personas, como mi comadrita, que son reales, y no en espíritus, que fuera del espíritu guía y scout no conozco muchos más. Confieso que no soy lo que se llama muy espiritual. Tendría dos opciones para serlo:
a) readoptar la religión tradicional, o
b) adoptar todas las tendencias modernas y new waves que me rodean en forma de personas, en su mayoría mujeres, y achacarles poderes a cuanta vela, piedra o rama que me encuentre. Esa es más fácil, digo yo, y tal vez más baratita porque va una y compra las chácharas en el mercado Sonora o en una tienda hippie de la Zona Rosa, según presupuesto, sin diezmos ni primicias, pero es igual de irreal para mí.
No puedo creer que si rezo y rezo ayudaré, por ejemplo, a un difunto a llegar al cielo sin escalas y en primera clase, pues si el cielo existe ya tendría que habérselo ganado el muerto. Tampoco puedo creer y clasificar las piedras y según sus colores y minerales utilizarlas. Por ejemplo: canica verde ha de curar la vejiga; canica café el intestino grueso, canica amarilla el riñón derecho y canica negra lo malvado. Ahora, que una vela no sólo sirva para lograr un objetivo sino que también ese objetivo dependa de sus colorines, me es más increíble. ¿La energía? Claro que creo que existe, la uso, pero de ahí a que me la contagie un roble o que el día del solsticio me suba a una pirámide jadeando y sudando mi ropa que ha de ser blanca para que capte mucha fuerza de los dioses y me dure la pila todo el año, veo mucha distancia. Lo que me ganaré será una rodilla chueca, seguro, que viendo las pirámides se da cuenta de que los aztecas tenían unos pies diminutos corroborando su ascendencia oriental, y una tiene que subir de lado, pandeando la cadera y poniéndose de tres cuartos según se vea de izquierda a derecha o al revés en el caso de los zurdos. Tras de haber subido y bajado tendría que echarme el show de las danzas de  los concheros echando humo de copal que no sólo no me agradan sino que me dan miedo. Confiésolo, el sonido de los caracoles y chirimías me asusta.
Es decir que soy una materialista.  Pero no en el sentido de metalizada. No queriendo decir que me interese más un dinero que, por ejemplo, una amiga, sino que no le hallo el sentido a lo inmaterial, a lo espiritista o espiritualoso (a lo espirituoso sí, para equilibrar).
Y me acordé, hoy que pasé por la colonia Roma, de las panaderías. La Espiga ahí sigue, la que tiraron fue la Luarca, en la calle Manzanillo, donde iba yo por unos bolillos, algunos polvorones, dos campechanas, una concha, una oreja, con la criada en turno. El piso estaba cubierto de aserrín, y yo pensaba que era por si se caía una pieza de pan no se ensuciara o no se le notara la caída al no abollarse. Después supe que era para que no entraran las cucarachas  que odian el aserrín ese que es como ricitos. Así que aserrín aserrán.
Y también me acordé de mi padre, porque al sacarle la vuelta a lo que era Avenida Cuauhtémoc, que ya no existe gracias al mierdobús, fui a salir justo a la entrada del cementerio donde vive. Lágrima.
Sabiduría de la quincena (o del mes, ya ni sé): Dar gracias a quien sea, no a lo que sea, por todo.
ENCARGO: Taquito es un perro que se llama así porque a nadie le cae mal. Tiene siete meses,es alto y rubio, muy guapo, juguetón, sano y vacunado. Busca quién le adopte. Se encuentra en Coyoacán D.F. Si saben de alguien que le quiera dar acogida y cariño, en comentarios por favor. Gracias




jueves, 6 de septiembre de 2012

Inutilita

Me acordaba de una criadita que dijo: "¿para qué me baño si nadie me va a goler?", pensando en el montón de cosas inútiles que hacemos cada día, cada semana, cada año. A veces es preferible ponerse a jugar o a pendejear porque se pierde más lastimeramente el tiempo haciendo tarugadas que no haciendo nada.
El otro día mi hijo y nuera le trajeron a Sushi Pachita María del Fungli un hámster (para mí vil rata), en plan entrenamiento pues ya se sabe que en el momento menos pensado salta el ratón. Como la gatita estaba jugando en el comedor, pusieron el bicho en el piso, mientras todos veíamos, unos nerviosos y otros riendo, pero todos con un morbo inusitado. Los mismos que dicen detestar la tauromaquia estaban esperando ver el Circo Romano en todo su esplendor. Dos se sentaron en el suelo,primera barrera sombra preferente. La gata salió de debajo de la mesa, el bicho se movió un poco; la gata se le acercó curiosa, el bicho se congeló, se quedó tieso; el respetable contuvo la respiración;  la gata olió la cara del bicho quedando sus narices pegadas. El público temblaba ansioso esperando poder  soltar el primer "ole". La gata se alejó despacio del bicho al que ni caso hizo, se pensaría que era de peluche y esos juguetes nunca le han interesado. El bicho dio unos pasitos, la gata se acercó de nuevo a él para volver a alejarse muy oronda. La concurrencia, decepcionada, abucheó a la gata, abandonó la plaza, guardó el roedor en su cajita y se dispuso a  cenar.
¿Habrase visto tal inutilita? Pero eso sí, de repente le tengo que quitar unas arañas horrorosas o explicarle que a las palomillas y mariposas grises, cuando las acaba de matar, no puedo volverlas a echar a andar por más que me las traiga para que les ponga batería nueva. Diego dice que lo que pasa es que es muy buena la gatita. Tal vez por eso se lleva bien con Chika, la perra. Tal vez lo suyo son los insectos, aves, porque hay que ver qué ganas le trae al perico, y reptiles. Para agarrar una lagartija bien que echa saltos de dos metros.
Y yo que me pongo a pintar de nuevo. Hoy fui por primera vez al taller al que me apunté.  Tengo dos compañeritos: un señor de unos ochenta años que está pintando unas calaveras con óleo y que hace travesuras y una chica que dibuja manga con acuarela. Yo me aventé con un ángulo de un coche, que es lo mío, pintar pedazos de cosas. No sé qué diría un psiquiatra sobre este mi pedacero, tal vez diría que es parte de mi déficit de desatención porque soy muy desatenta, y por eso no me da la atención para pintar todo el coche o todo el toro. Lo que sí sé es que me ahorré sus honorarios, porque son dos horas en las que estamos sólo yo y el lienzo sin que suene el teléfono, chille la olla exprés o me dé cargo de conciencia (sí tengo, deveras) de que hay ropa sucia o de que debería estar traduciendo. Son dos horas tranquilas, no se conversa casi,  hay buena música de fondo y, si me asomo por el balcón, veo la plaza del pueblo. Ya había ido a pedir informes al taller, pero en eso me dio por herniarme un disco y luego me era pesado caminar esas calles cargando mi mochila de pintar. Hoy embarré de negro y rojo mi pantalón, menos mal me conozco que soy una atascada y llevé uno viejo. Iré dos veces por semana. Estar en talleres es bueno porque se obliga una a pintar, escribir, o lo que sea.
Sabiduría de la quincena (¿Quincena?¿Qué fregados es eso?): Podemos ahorrar tiempo haciendo varias cosas al mismo tiempo, sólo hay que bajar nuestros estándares y esperar que los resultados sean apenas suficientemente buenos. Cónstame.

viernes, 10 de agosto de 2012

Opti-mismo

Lo que es que si a mí si me agarran, me llevan a la fuerza a un sitio donde me ponen sobre una mesa fría, me pican el fungli con un termómetro, me pinchan un muslo con una cosa y para colmo una vez drogada me zampan un enema, no les vuelvo a hablar en la vida. Pero Sushi Pachita María del Fungli, la gatita que alegra mi casa con sus ronroneos, no es rencorosa. Hubimos de hacer todo eso porque se le atoró una bola de pelos (y de caca, claro) en el intestino. Al volver a casa, toda pacheca y bizca la pobre, que quería caminar y se iba de lado como la de qué te ha dado esa mujer, respondía a mis abrazos con ronroneo y chupamiento de nariz. Debe ser muy optimista la pobrecilla.
Como yo.
Porque si bien la fuerza no me acompaña ya mucho, creo que la suerte sí. Siempre. Por ejemplo, si había exámenes me preguntaban justo el tema que más me gustaba y en el que más ducha estaba, y teniendo esa buena estrella como base construí un optimismo, que es el mismo que tengo hoy.
¿Que me perdí en el camino? Ná, así conozco más sitios. ¿Que no vino la Miss Oaxaca? Bueno, me ahorré su sueldo. El otro día me puse, yo que soy tan mona, a hacer unos cup-cakes  muy elegantes con chocolate de Ghirardelli's. Como todo mundo sabe, a veces las masas no suben mucho y los pasteles quedan con cierta depresión en el centro, mientras que otras veces, a saber por qué -porque es un misterio de la ciencia si al hacer la misma mezcla con los mismos ingredientes en idéntica proporción y ponerlos en el horno de siempre el tiempo acostumbrado el resultado es distinto- suben amenazando desparramarse del molde. Pues estos cup cakes subieron muy esponjados y de repente se sumieron totalmente. Quedaron los capacillos de papel forrados de una capa como de brownie, compacta, como si se hubieran horneado con un peso adentro que les impidiera llenar el molde. Los saqué ante mi azorado esposo (que hubiera tirado todo a la basura echando maldiciones surtidas, herejes y reposteras a san Pascual Bailón) y dije: "¡Eh! ¡volcancitos de chocolate! ¡los voy a rellenar con helado de vainilla"!  Son cosas que la experiencia enseña, hace muchos años hice, según yo, un pastel. Juro que lo hice como siempre pero se ponchó todito y quedó como de dos centímetros de alto. Como no estaba duro, ni seco, lo corté en cuadritos y lo  ofrecí como brownies, que tuvieron tal éxito que todo mundo me pidió la receta y me hice taruga. Han de haber creído que eran de cajita y por eso no les decía cómo hacerlos. Por cierto, mis volcancitos con helado quedaron riquísimos.
Es ese mismo optimismo que me hace levantarme y vencer el dolor de piernas, el que me apoya cuando no hay ingresos, el que me soporta cuando el horizonte se ve negro azabache. Esto -me digo yo que soy tan positiva- también pasará. Como han pasado tantas cosas que se van quedando atrás como malos recuerdos y, a veces, se convierten con el tiempo en chiste familiar. Bueno, incluso cuando estoy de negativa (que no soy perfecta, siento desilusionarles), siento en el fondo que ya se me quitará el estado de ánimo oscuro. Y sí,  basta un beso de hijo, un chiqueo de marido, una chiroteada de perro para que se me encienda la luz. Así de baratota soy.
Por eso aconsejo, yo que soy tan sabia, en esos momentos en que no se ve esperanza alguna, sacarla de algún lado, siempre hay de dónde. No me creen, porque cuando está uno sumido en la tristeza (como en los tangos) hasta gordo cae que le digan que mañana brillará el sol.
Pero brillará,brillará, como la luz de las haditas....

martes, 10 de julio de 2012


Una vez pasado el borlote electoral y en medio del borlote post-electoral, me quejaré en privado y ruego no me envíen quejas que no soy la FEPADE. Que si uno dio vales de la Soriana, que si otro dio del Walmart porque los directores son parientes de Fulano... A mí no me dieron ni un vale bolillo así que no tiren piedras. "Frankly, darling, I don't give  a damn", dijo Red Butler y repito yo. eso sí, mientras no me bloqueen mis (tus, nuestras) vías de comunicación con sus relajos. Claro, nadie les avienta ni agua porque el D.F. es coto de los mismos.
Prefiero concentrarme (hasta donde puedo hacerlo yo con mi SAD (síndrome de atención desparramada) y mi déficit de desatención con hiperactividad, en cosas más productivas para mí como son traducir asuntos legales. Si bien el lenguaje es más común que el médico, es rebuscado y odioso en cualquier idioma, por lo que se ve. Muchas materias deben llevar los que estudian Derecho donde les enseñan un lenguaje plomoso y mazacotudo con el miserable fin de que nadie entienda sus documentos y hayamos de recurrir a ellos para su interpretación. Prefiero interpretar radiografías, en ellas sólo hay una verdad. Mi demás trabajo es normal, pesado por la cantidad solamente.
Hoy el marido fue a Veracruz. Anoche le quise reservar en el hotel al que usualmente llegamos, de conocida cadena, pero no había sitio. Suelo reservar vía Internet en ese grupo hotelero: elijo cuarto(s) y noche(s), pago en línea con mi tarjeta y voilá: me llega la reservación que imprimo o copio en un papelucho que puede ser un ticket del súper o en mi libreta. Además, por ser cliente
frecuente me dan buenos precios y promociones. Como no tenían cuartos, busqué otro hotel conocido en el puerto y lo reservé de igual manera. ¡Pobre de mí! Fui a caer en la página mexicohoteles.com.mx. Daba por hecha mi reserva cuando recibo un e-mail donde me dan mi comprobante de pago pero me informan que tengo que enviar escaneadas por ambos lados mi tarjeta de crédito y mi identificación. Yo suelo comprar bastante desde mi casa, sobre todo después de mi hernia discal, que en cuanto fui capaz de estar sentada más de diez minutos ya hacía el súper, pedía libros, medicamentos... acabo de pedir el regalo de mi pequeñajote que cumplió sus veintiún añitos. He comprado billetes de avión y de autobús, he apartado hoteles por aquí en todo el mundo sin problemas, y de ahí mi azoro al ver tal exigencia que, recurriendo a los leguleyos si me lo quieren aclarar, ¿no será delito enviar así la IFE? Preguntaré ahora sí a la FEPADE. Total, para ir al escáner tengo que desconectar mi lap-top y caminar unos veinte metros a mi estudio así que lo hice y lo envié. Como no me llegaba un tal "cupón", insistí pidiéndolo hasta que me llamó alguien por teléfono y me informó que tenía que imprimir la forma que dice que he pagado, firmarla, escanearla y enviarla. Pero oiga -le decía yo- qué sistema tan torpe tienen, en ninguna cadena hotelera me piden eso, ni en líneas aéreas, bueno, ni en tienditas virtuales pueblerinas. Argüían que es para evitar fraudes con TDCs. Pero oiga, que el banco ya me preguntó muchos datos cuando metí mi número de tarjeta al pagar; pero oiga, que estamos en el año dos  mil doce... pero oiga...  Para no hacerme tan mala sangre hice todo eso y lo envié... nada, no me llegaba el mentado cupón. Llamé y la máquina me dice que ya no hay nadie, que llame en horario laboral. Entonces, ¿por qué me permiten hacer una reserva por la noche para el siguiente día si saben que tengo que hacer más trámites que para adoptar ocho niños?  Envie más e-mails en tono desesperado, y me llamó un señor, muy amable el pobre pero celoso del cumplimiento de las políticas de su porquería de empresa. Me mandó el cupón a las diez, lo imprimí y se lo di al viajero.
Al otro día el marido se fue tempranísimo y al rato me llaman. Como en ningún sitio había lugar para anotar el nombre del pasajero aparte de quien hace el pago, la reserva queda a mi nombre y no al del marido, además para que llegue el maldito cupón al hotel hay que imprimir, escanear, firmar y enviar no sé qué otra taradez. Hice todo con tal de que mi esposito, que no se caracteriza por su paciencia, se pusiera hecho un basilisco y cargara con personal del hotel, de la caca de mexicohoteles.com.mx y conmigo de paso, como suele suceder porque una es la que hizo mal las cosas aunque haya sido sin conocimiento de causa. Por fin terminé el tramitazo y quedé exhausta. Hasta revisé la fecha, no fuera a haber viajado en el tiempo y esté en 1967. Me imagino el calvario de alguien que ingenuamente piensa que está comprando cómodamente desde su hogar y ni siquiera tiene impresora y escáner propios. De morirse. Lo único que hicieron al momento fue cobrar. Les debe haber dado la gripe aviar esa que hay ahora en Jalisco, por andar pidiendo mocos de pavo. Los odio. Nunca más, palabra scout, y así se los dije.
Mi negocio de la cerdimaquia apenas está en su marketing plan y business plan. Para que vean qué profesional que es una. Ya les mantendré informados (anticerdinos abstenerse).








martes, 26 de junio de 2012

Los pañales y las chicuelinas

Decía Bernard Shaw que los políticos son como los pañales: hay que cambiarlos con frecuencia por las mismas razones.
Y en esa época nos encontramos. Ya no se ven los postes ni los discos de alto total, ni los semáforos. Todos están cubiertos de una cantidad inmensa de propaganda, esa que en unos días recibirá el nombre de "basura electoral" y que yo creo que lo es desde que la colocan. Fotos de candidotes y candigatas sonriendo a mazorca pelada y a los que, claro, no se les ven las manos, con lemas tan tarados como "para que en Coyoacán haya alegría", o tan peregrinos como "para que te vaya mejor". Unos feos, otros peores; unos muy conocidos para su vergüenza y otros desconocidos hasta para sus madres, todos con la negra intención de arrancarnos nuestro sacratísimo voto. Unos son de papel y con tanta lluvia se han aguadeado y muestran la cara deformada; otros son de plástico, destinados a existir una eternidad en el planeta, pero el sol ha logrado desteñirles un poco los pigmentos convirtiendo al amarillote del Pedorré en color caca pañalera, al azul del PAN, que se creía rey, en azul aguanoso y al verdeblancoyrojo del PRI en pardocrudoyladrilloso.
Y me acuerdo de mi pequeño Manolín, cuando pusieron, en lugar de Tom y Jerry, el Programa de los Partidos Políticos y gritó enojadísimo: "¡odio a los políquilos!" Cuánta razón cabe en las pequeñas bocas de los niños, ahora yo, al ver el basurero físico, televisivo y radiofónico que esos personajes traen, grito igual. Menos mal mañana es el último día en que se permite la propaganda (oficial: FB, Twitter, Internet es otra cosa), porque un slogan, un choro, una sonrisota, una denostación más y me zurro.
Mi maridote siempre hace planes, es un entretenimiento matrimonial que acostumbramos copa, vaso o taza en mano. Para cuando seamos (más) mayores, que si al campo, que si al mar, que si a otro país... Yo estoy pensando dedicarme a criar cerdos de lidia. Sí, popularizar corridas de cerdos, como las de toros, y llenar el país de plazas de puercos, que serían algo más pequeñas que las de toros, si es que tienen medidas oficiales como las canchas deportivas (si alguien lo sabe, por favor en comentarios). la cosa es ir seleccionando a los puercos más bravos, más entrones, para que mi ganadería sea de sangre bravía: diseñar el emblema o como se llame lo del listoncito (más villamelona... No me pegues, Gloria), convencer a los antitaurinos que en este caso serían antiporcinos que de todas maneras el cerdo será chilorio, tocino, jamón y carnitas de Quiroga al día siguiente, sea toreado (perdón, cerdeado) o no. El traje no sería como el de luces, aunque luzca; habría que inventar una ropa sui-géneris pero eso sí, muy ad-hoc (y eso que hoy no es el día mundial de los latinajos), es decir cómoda, que permita el movimiento grácil de las chicuelinas o marraninas, de las verónicas o cerdónicas y demás faenas.
Si no sé por qué no soy millonaria, con tantas ideas como tengo.
Hasta la próxima en la que ya tendremos (gulp) presidente electo (más gulp) y sabremos si mi idea de la cerdomaquia la podré realizar aquí o habré de emigrar cual golondrina.



martes, 5 de junio de 2012

El exilio del perico

Me reportan que Concho, el loro real, no es feliz; que su comportamiento y actitud ha cambiado, que su afabilidad y placidez desaparecen. Es lo malo de ser transplantado, exiliado, cambiado de lugar, o como puso Puri a su libro: "Arrancados de raíz". No siempre los cambios sientan bien. Tal vez Concho extrañe el vergel en que vivía, las constantes visitas de los pájaros que con pretexto de robarle algunas zurrapas se quedaban a platicar con él como buenos vecinos; quizá le haga falta la sombra del limón, o su aroma; los rayitos de sol que se filtran por entre el fresno o las perras corriendo al rededor de su jaula. Será el ruido de la fuente, los gritos de la guacamaya del vecino que parece que le ponen supositorios contra su voluntad, o los gruñidos de Percy cuando pasan las águilas, avisando del peligro. O la Miss Oaxaca respondiendo a sus habladas: "¿ya mero?" -"Sí, Concho, ya mero acabo de barrer".
O será que desde su balcón ve los árboles desde lejos y no le llega su olor, o que le hace falta decir "¿bueno'" cada que el teléfono suena.
Espero que el pobre loro se aclimate, que unos se aclimatan y otros se aclimueren. Que se adapte como esos franceses que llegaron desde Champlitte a fundar San Rafael, Veracruz, en donde acabo de estar en honor a mi madre, y cuyos piesitos de vid y semillas de trigo se pudrieron en una tierra húmeda y calurosísima donde tuvieron que aprender a sembrar plátano, vainilla, mangos. Sus descendientes tienen ahora enormes y prósperas plantaciones con unas casonas dignas de Beverly Hills dando fruto y prosperidad en un estado donde los naturales son, digamos, no muy afectos al trabajo.
A últimos días me dicen que Concho se va adaptando, que grita sus famosos "hola" a los coches. Se volverá urbano. espero que lo logre.
Porque yo soy muy optimista, y de cepa propia porque no lo heredé, mi padre hasta murió de puro pesimista. Mi mamá, que debería llamarse Angustias y no Mercedes, no canta mal las rancheras, siempre se pone en lo peor. El mes pasado, sin ir más lejos, estaba en su cuarto de hotel y entró al baño. El baño no tiene ventanas y ha de usarse luz eléctrica. Ocupada estaba en su menester cuando de pronto se fue la luz y ella inmediatamente dijo: "¡ya me quedé ciega!". No se le ocurrió que le hubieran apagado la luz, o que se hubiera interrumpido la energía, no: se dio por ciega para siempre. Al volver la luz, al minuto, le volvió también el alma al cuerpo. Cuando me lo contó me moría de risa. "¿No te preocupaba cómo ibas a subirte los calzones sin ver?". Ah, porque a ella se le olvidan las cosas, me llama cinco veces en dos horas para decirme y/o preguntarme lo mismo, y no me importa, se lo responderé siempre como si fuera la primera vez; pero de política nada se le escapa, pregúntenle quién es el secretario de qué, el candidato de tal o el gobernador de dónde y se los sabe todos. Ayer mismo me fui al mitin de la Pepa en la plaza de mi pueblo pero no le dije, pensando que sería mucho ajigoloteo para la viejita. Nada, se fue por su lado con todo y aguacero. Claro, ahí estaban todos sus cuatachos del partido. Algo de razón tenía yo, sin embargo, que el partido que gobierna (es un decir) mi delegación, nos puso reventadores disfrazados de estudiantes y aluego esas cosas acaban mal...
Sabiduría de la quincena: aprovechen las lluvias, acopien agua, siembren algo, o sálganse a mojar a lo tarugo al jardín, como yo.




miércoles, 16 de mayo de 2012

Boda y consejos

No voy a dignificar el día de la(s) madre(s) mencionándolo. Ya pasó. He dicho.
La alegría de la vida llegó en forma de boda. Siempre es lindo celebrar inicios, comienzos, uniones. El empezar una vida juntos es símbolo de la renovación de las generaciones. Ya ni le pregunté a mi vástago si se confesó, pero vi que hizo su primera comunión, eso si. La fiesta fue muy alegre, la pareja rete chula, muy feliz; la cena opípara y la luna más grande del año nos saludó el día siguiente en la piscina del hotel comiendo pastel de bodas (yo mucho, por favor).
Cuando uno se casa, los mayores tienden a dar consejos. A mí me dieron surtido rico, como las galletas. Veamos:
Tío Manuel Alcaraz: "Así que has decidido perder tu libertad para ganar un esclavo". Luego añadió, con su eterno humor: "El primer año de casados es difícil, después quisieras no haber nacido". A mí, la verdad, el matrimonio se me ha hecho fácil, no tanto así la vida de casada, como decía Susanita.
Mi abuelita Titita (refiriéndose a las diferencias entre las personas, que dificultan la convivencia: "Toma en cuenta que te casas con un extraño que ni es de la familia". Este consejo no se lo puedo pasar a mi hijo ya que su matrimonio nos hizo re-emparentar con una parte de mi familia que siendo cercana parecía lejana, al menos geográficamente. Y qué bueno, porque redescubrí amorosísimas y bellas personas, y recibí mucha felicidad. Creo que los dos abuelos -mi papá y mi tío Güero- de los flamantes esposos estarían muy contentos.

Y después de tanta alegría, tanto celebrar y sentirse acogido y arropado, viene lo que las abuelas llaman "un desguance", esta vez acompañado de abollamiento ciático y descomposición de la rabadilla superior, justo entre ambos ijares. Pero fue cosa de reposar un poco viendo lo aguaceros de mayo, meterse algunas pildorillas, y seguirle. Además hay cambios en lo laboral y eso como sea distrae mientras prende uno las veladoras y cruza los deditos. Mientras, me declaro pobre de solemnidad y mantengo en espera uno que otro proyecto turístico y adquisitorio.
El siete de mayo cumplí un año de mi ataque de disco hernio-comatoso. Por eso sí que deberían felicitarme, por aguantar y recuperarme y no por las madres esas.
Y parece que fue ayer, como dice Manzanero en sus cursiladas, que fui a aquella fiesta de los ochenta años de Carlos Fuentes invitada por mijo; todavía estaba ahí Monsivais. De sus novelas la que más me ha gustado siempre es Las buenas conciencias, que retrata la mentalidad de las familias del Bajío aunque creo que no se reduce a esa área.
Y la casa con un loro y dos canarios menos, pero como para compensar, dos pájaros carpinteros vienen todos los días a picotear la jacaranda y a saludar. Pachita extraña a los canaritos, con lo que se le antojaban.
AÑADIDO: el nuevo primer ministro de Grecia tiene un nombre que me mató de risa; parece que se lo hubiera puesto yo: ¡¡¡Panajiotes Pikamelo!!! Mira que picarle los jiotes al dirigente de un país tan encrisisado.....

lunes, 30 de abril de 2012

Más santurrazos y más arreglos

Pido un perdón a todos aquellos a quienes he dejado plantados estos días. Una vez pedido y, espero, dado, procedo:
A pesar de que ya no era Semana Santa ni Pascua, los santurrazos siguieron a todo lo que dan. Por fin se llegó el día de la coronación, culminación ("confirmación, mamá","ah, sí,eso") que acabó siendo casi canonización. En la iglesia de San Charbel (así namás) de los padres libaneses y a ritmo de cantos en árabe se hizo la gran ceremonia del rito Marometa ("Maronita, mamá", "ah,sí,eso"). La criatura lució lindo traje con corbata y parece que se divirtió mucho, lo malo es que ahora la aureola de santo no lo deja dormir bien. Lo bueno es que estrené comadre y me reí de lo lindo. Lo pasamos bomba. Y la próxima semana le espera una confesión, cosa de la cual no tiene la menor idea. Ojalá le toque un cura paciente.
Y yo añadí a mi tarjeta de presentación, debajo de donde dice "se tapan muelas, se traducen visiones", el título de "esperadora de trabajadores" (es un decir lo de trabajadores). Esperé al albañil una hora por aquí, otra por allá; al del piso que se iba a instalar, según acordamos, un sábado, lo esperé hasta el siguiente martes; esperé al del gas. Cuando me tocó esperar a los indios zacaplastas (los que recogen escombro o cascajo) estuve a punto de llorar: llevaba dos horas sentada en la acera porque mi coche estaba bajo el ardiente sol y no llegaban, y yo tenía que llevar hijo con pata enyesada a la Uni. Llamé que lo recogieran y que si querían cobrar pasaran a mi casa y así lo hicieron. Yo sin comer ni beber para no alejarme por si llegaban, mis hijos malcomiendo lo que hallaron... Me deprimo.
Lo buenísmo fue que el hijo pequeño no tiene fractura y sólo tuvo la bota una semana, me ahorré el trabajo de ir así en avión, a la playa, a la boda. Y él podrá ponerse su traje nuevo y lucir como un muñequito rockero de biscuí tamaño caguama.
Lo malísimo es tener que regañar a mi mamá: "no estás horrorosa, estás viejita pero bonita, o bonita pero viejita" "No estás tarada, estás olvidona, no te meltrates". Qué difícil es verlos hacerse viejitos, a nuestros mayores. Pero cómo no le voy a tener paciencia, cómo no la voy a pastorear si ella me tuvo paciencia a mí y no era cosa fácil.
Y este miércoles salgo a ver a mi hijo mayor martimoniarse. La vida es pura diversión, deveras.



lunes, 9 de abril de 2012

Santurrazos y arreglos

Se nos acabó la Semana Santa con doble sensación: de alivio y de pena. Alivio porque sobrevivimos a las procesiones y santurrazos y pena porque vuelve el caos a la ciudad aunque algo mansito porque falta esta semana de Pascua en que los chamacos aún no van a la escuela y se dedican a hacerles la vida de cuadritos a sus mamás, a falta de maestras. Yo por mi parte dediqué estos días a hacer uno que otro arreglo caseril con todo y marido y a darme unos santos atracones muy opíparos por aquello de que los restaurantes estaban poco solicitados y era fácil llegar a los favoritos, incluso a los del centro. Para rematar la vigilia me reventé un solomillo al Cabrales con el queso que mi hermano cedió a esta nuestra comunidad. Alabado sea (el queso, Alfredo, y el solomillo).
Los tres primeros días, que se suponen hábiles, trabajé en el arreglo del departamento nuevo (nuevo pa mí, que tiene sus años): ir y venir de albañil, abrir balcón a punta de mazazos; comprar muebles de baño, de cocina, conseguir herrero. El miércoles me entregan el fregadero y con eso de que llegan "entre nueve y una" va a ser un desmadre. ¿Me planto ahí sentada en una bolsa de escombro con mi termo de café y un libro? En cuanto al piso de las recámaras, lo pediré para el sábado, que ya bastante he hecho (todo, nada más). Tengo que llevar a mi madre a recoger un vestido (paciencita, Lore, paciencita) y a comprar zapatos. Los que quieran comer de a tres tiempos y agua de sabor, postre y pan, que se sienten a esperar como los locos de San Hipólito, que esta su madre superiora está algo ocupadilla. Se me termina la paciencia y los dineros, que no son de hule para estirarse tanto.
Y descubrí que por linguandotes que sean los hijos, aún hay que educarles. Ya he dicho que se creen que la vida es jauja porque tienen a sus valedores alias papá y mamá, pero ahora me di  cuenta. El menor de mis zapotesaurios sale, pide dinero, yo le digo que se lo gane, que mínimo haga SUS cosas (ropa, cuarto, gato) pero llega el papá y le suelta el billete. Se lo hago ver al papá. Por la tarde vamos al súper Sumesa, mejor conocido como Sumierda, y las tres latas de comida para gato que adquirimos salen podridas. Le digo al zapoiguanodonte que vaya a devolverlas y ¡me dice que es una tacañería! "¿Por treinta pesos se va a ir uno a pelear'". Le digo que le diga a los obreros que ganan el sueldo mínimo que treinta pesos no es nada, le arguyo que como a él no me cuesta ganarse los quintos los tira... ná. Oír esa opinión me hizo darme cuenta de que he criado un monstruo y que hay que quitárselo antes de que sea demasiado tarde. Time to take action.
Y recordé así, la sabiduría de mi abuelita, que es la de la quincena (nunca mejor dicho): Cuida los centavos, porque los pesos se cuidan solos. Y es verdad: gastar una cifra grande se piensa, se calcula, pero ahí anda una malgastando los ocho, los cincuenta, los cien pesillos, que suman.
Me duele la cabeza por eso que los médicos llaman estrés y que yo juro que no tengo...


lunes, 26 de marzo de 2012

La gárgola y el terremoto

Cada época tiene lo suyo y ahora me toca la primavera. Cada año durante primaria había que hacer la composición en inglés y el dibujo de esta estación. Ambas cosas fueron evolucionando igual que uno debía hacer. A mi Manolo le tocó y en primer año puso que le gustaba la primavera porque las muchachas se ponían vestidos más cortos y se veían más guapas. Ahora llega, derramando colores y píos-píos en mi jardín: agapandos, copas de oro, ojos de canario, alcatraces, belenes y rosas se divierten; primaveras, tórtolas, copetones de colores, gorriones, pájaros carpinteros y ardillas se persiguen en loco frenesí (claro, como ellos se deshacen de los pollos en verano, pueden darse esos lujos).
Y a mí, que soy tan mona, mi mamá nunca me había pintado un retrato. A mi hermana sí, uno en el que está con Alfredo en plan serio y otro de cuando ella terminó la primaria, muy cursi pero bonito. Como yo sentía rete gacho que a mí jamás me hubiera pintado, por fin lo hizo, sólo que a sus ochenta y uno mi mami ya no ve, digamos, igual. Yo pensaba que mi retrato iba a ser una cosa de esas que namás verlas le da a uno el síndrome de Stendahl y resultó realmente feo. No sólo no se parce a mí sino que ni siquiera parece algo humano: es una especie de culebra con cabeza y sin cuello, con dientes separados, como un ser mitológico con cara de mujer de cuyo cráneo emerge una plasta café y cuyo cuerpo es alargado e informe cual gusano sin hombros. Me deprimí y espero que lo que suceda es que mi mamá ya no ve bien y que además lo terminó a toda prisa para sacarse la espina y luego lo puso en un marco de color plateado pensando en que hiciera juego con una cocina tipo industrial que no tengo, y no que así me ha visto siempre. He pasado horas frente al espejo y sí tengo hombros y cuello; mi pelo ni es café caoba ni parejo y mis dientes están, la verdad, rete lindos. Quien quiera ver el retrato, está debajo de la escalera de casa, volteado hacia la pared como niño castigado. Es que, la verdad, asusta. Bueno, lo podría colgar, total, nadie se dará cuenta de que pretende ser yo.
La semana pasada tuvimos, para entretenernos, unos terremotitos. El primero fue de 7.8 grados Richter y me cogió aquí con Dieguito, el más pequeño de mis hijos, que como ya tenía a Pachita encima, salió conmigo al jardín cargándola ante en azoro de las perras que creo que le echaron la culpa del movimiento. La miss Oaxaca invocó a un ignoto santo. El agua de la fuente cantarina se azotaba contra las orillas y los pájaros trinadores estaban en silencio total. Concho no dijo mentadas, menos mal. Las réplicas no las sentí, con todo y que fueron de 5.5 y 4.5 grados, sólo las vi cuando en el noticiero que por puro morbo, confieso, puse, advirtieron: la puerta de mi clóset se movía mucho pallá y pacá.
Y con la cosa de que se me casa el hijo, ando persiguiendo boletos de avión para el día y ciudad en la que es el evento. No hay vuelos todos los días en una línea, en otra sí pero sale muy tarde y no llegaríamos a tiempo; hay a la capital del estado pero tampoco convienen los horarios. Creo que mi prima que viene de Canadá lo tendrá más fácil, vuela a LA o a SD y de ahí pal real. En coche no se puede: es muy lejos. Prometo que no pasa de hoy que saque boletos para todos, incluida mi mami que espero no pinte el retrato de los novios.
Sabiduría de la quincena: Cuando veas tu casa temblar, pon tu vecino a remojar.






martes, 13 de marzo de 2012

Intolerancia e Iglesia

Veía yo, que soy tan enterada, datos sobre feminicidios y violencia de género; hablaban de tipificar el feminicidio como un delito (sic) y endurecer las penas a él aplicables. El término, en sí, me choca. ¿Personicidio? ¿Asesinato y añadir de fulano, de un anciano, de una mujer? Se usan las palabras magnicidio, parricidio, matricidio, genocidio, para con la sola palabra saber otro dato sobre la víctima del asesinato. Asesinato es igual como delito independientemente del género de la víctima. Si me mata un hombre, será feminicidio, pero si yo mujer mato a otra, ¿cómo le llamarían ustedes?

¿Será que siempre se utilizaba el término homicidio y las feministas pusieron el grito en el cielo por su raíz homo? ¡Eso se refiere a matar a un hombre! –exclamaron indignadas-, ¡y a nosotras que nos den morcillas! Así, para no ofender a grupos susceptibles, o sensibles, que no son ya minorías sino mayorías aplastantes, hemos de ir cambiando nuestro léxico y usar un montón de eufemismos que es una bronca aprenderse. Hay que dar de maromas lingüísticas para no ofender, para parecer “tolerantes” y muy modernos. Lo “in” es ser tolerante.

Así que callemos nuestras opiniones, cubramos nuestros disgustos (lo contrario de gustos, no enojos propiamente). Ya no se necesita ser radicalote ni pertenecer a grupos que discriminan, persiguen o agraden a otros grupos humanos; basta con expresar un pequeño desacuerdo o meter la patota y usar el nombre equivocado o de hace diez, veinte, treinta o, dios no lo quiera, más años. Porque la tolerancia, ojo, no es para todos, se la han adueñado los dictadores de modismos.

Pero como es patrimonio de esas ahora mayorías, las nuevas minorías, mientras no nos demos cuenta de que ahora lo somos, no podemos pedir tolerancia y somos discriminados. Si agredo a los que considero intolerantes, ¿no estoy siéndolo yo? He dicho.

Lo malo de la semana: Sushi Pachita María del Fungli, o sea mi gatita, está muy mala. La hubieron de operar de piometra a sus tiernos ocho meses. Ya hoy me lamió, ronroneó un poquito y trató de lamerse el rabo, pero no ha comido sino un caldito que le he metido a fuerza con una jeringa, ni ha meado más que ayer que llegó a casa.

Lo chistoso de la semana: Hoy fui con mi hijo mayor a la Parroquia de San Juan Bautista, que es la que le toca, a llenar unos cuestionarios. ¡Dónde iba dejar ir solo a mi hijo con un cura por muchos años que tenga (mi hijo, el cura no sé)! De todas maneras tenía que ir en plan madre y testigo, y bien que atestigüé que dijo que a veces no iba a misa los domingos por su trabajo. Conste que me porté bien y no me dio acceso de tos ni de risa al oír eso. Vaya, mi hijo trabaja desde que nació y yo sin darme cuenta. A mí no me preguntó si cumplía con los preceptos de la iglesia, menos mal. Bueno, llenó sus formularios, llenó el bolsillo del padrecito que cobró sus quinientos pesotes por firmar un papelote que yo hube de leer y llenar porque él no traía sus gafas; nos reímos de un trabajador que salió de la oficina parroquial con su cachucha que decía “brujería” en letras góticas sobre negro, y regresamos andando a volver a cuidar gatita operada.

viernes, 24 de febrero de 2012

La puerta falsa

Está una, que es tan mona, dándole duro a la traducidera, y no faltan interrupciones:
¡Pam!, suena un golpazo tremendo. ¡Ay! -digo yo-, ¿qué pasó? Nada -me responde una voz que siempre dice que nada ha pasado aunque explote un tanque-, se me cayó la puerta. ¿Cuál puerta? -asombrada pregunto. La única que tengo, la de mi cuarto. Inmediatamente me levanto a ver tal prodigio. En efecto, la puerta de su recámara está tirada y mi hijo Manolo sostiene en sus peludas manotas unos fierritos muy lindos como de latón que son las articulaciones del marco. Ese es el tipo de cosas que acontecen en esta casa de chuchos y loros. Menos mal en eso llegó Diego con un amiguito de su tamañote y entre los tres montaron de nuevo la puerta en su sitio, porque para hacer fuerzas no estoy.
O está una, que es tan dormilona, a media noche roncando a pierna suelta cuando algo aplasta su cabeza. Me despierto para ver un par de ojos que miran los míos a tres centímetros de distancia y una lengüita que sale y chupa mi nariz. El bulto peludo empuja mi cabeza y se acuesta a dormir encima de mi pelo y por ende de mi almohada arrullándome con su rrrr rrrrr. Claro que esos ratitos en los que una se despierta entre la noche son muy útiles para planear los quehaceres y ahí está una pensando: mañana iré al banco, checaré mi saldo y calcularé para cuándo tengo que pagar la escrituración; pasaré al mercado a comprar hígados de perro... digo hígados de pollo para la Chicha que ya casi no tiene dientes; a la papelería a buscarle un calendario con espacio para anotaciones a mi mamá... acabaré el trabajo uno y comenzaré el dos.
Como en esta casa también padecemos de problemas de identidad (Concho, el loro, cree que es una señora cursi), le digo al marido que no llame gato a Pachita, porque Chika, que es perro, cree que ese gato es un perrito que le compramos para jugar. Lo peor es que Chicha, la salchicha, cree que la gata es una rata, pero la gata cree a su vez que Chicha es una rata. Por eso más nos vale que nunca se encuentren, porque las escenas de cacería mutua suelen ser muy sangrientas.
Y entre ronroneos y ladridos me duermo y sueño que el notario que se escapó con la del banco niega un pedido de medicamentos porque tienen caducidad próxima y que yo me tengo que tomar todas las cápsulas antes de que expiren pero como a mi mamá se le había olvidado tomar las suyas le doy la mitad de la montaña de píldoras que me espera. ¿Qué pintaría Dalí ante esta manifestación onírica?
Sabiduría y consejo gratis (dos por uno): El pasto no es siempre más verde del otro lado de la barda. hay que trepar la barda y asomarse bien para no alterar la visión con el paralaje o las sombras.
Disfrutando mi casa sola (sin humanos, quiero decir)



jueves, 9 de febrero de 2012

El pollero atómico

Ayer salí a varias diligencias de trabajo y al café a ahorrarme el psiquiatra con Tere, y de regreso pasé a la Comercial. Era tarde, jamás voy a esas horas al súper, y la tienda estaba de bote en bote por ser su miércoles de plaza. había gente esperando carrito y yo di media vuelta y me fui. ¿A dónde iré que no haya tanta gente? -me preguntaba- WalMart debe estar igual. Decidí ir al mugre Soriana al que nadie va por naco y hediondo y que mal que bien me quedaba de pasada al volver a mi pueblo. Pues resulta que me fue bien, estaba vacío de viejas y compré algo que hace mil años no veía y que a mi papá le gustaba mucho: unos pescaditos con piquito llamados pajaritos que se fríen como boquerones.
Había oferta de pollos enteros y, como en esta casa de chuchos, loros y gatos hay clientes para todo, mollejas y patas incluidas, pedí uno. El amable joven autóctono que los despachaba lo pesó, me preguntó si lo quería en piezas y le dije que sí. Comenzó por despegar la piel en la parte alta de la pechuga y de ahí se siguió sacando todo el pellejo entero, hasta las piernas donde iban las patitas, como si de un mameluco se tratara, de una sola pieza. Yo, sorprendida ante tal destreza quirúrgica que no veía desde que estaba en el Servicio Fornse, le alabé su técnica y deseé haber tenido mi cámara para filmar el acto. Dudo que los sacerdotes aztecas desollaran a sus víctimas-lunch con tal habilidad. Con mis alabanzas el muchacho se voló y partió el pollo con presunción y haciendo alarde de su manejo de la tijera pollera. He de reconocerlo, me apantalló.
Mi marido pela las truchas así, pero una trucha es un bicho más parejo, no tiene tantas irregularidades en su anatomía como un pollo gordo, y así se lo dije cuando le conté y como no quiso ser menos me mencionó que él despelleja esos peces como quien quita un calcetín. Sí, pero no es lo mismo calcetín que mameluco, si no, preguntar a las que tejen ropita para sus nietos.
Y decidí pensar, en mis ratos libres, en cosas como la morfología del pavo y del solomillo en lugar de sumar y restar dinero (más lo segundo que lo primero), que lo único que saco es insomnio y cefaleas surtidas además de tener pesadillas en las cuales la señorita del banco se va con el notario de luna de miel a mis expensas y se ríen de mí.
Y la pobre Pachita-Sushi, que maúlla por toda la casa lastimeramente llamando a Silvestre, a Don Gato, a Tom, a Cucho o a Demóstenes. De plano meto a Chika a jugar con ella un rato para que se distraiga de su ninfomanía juvenil, apenas tiene siete meses. Corren escalera abajo, escalera arriba en un alterne perro-gato-gato-perro que da gusto, hasta que Chika encuentra la comida de Pachita-Sushi y se la traga. Ella no se enoja, es muy generosa, no como Chicha que no sólo no convida sino que gruñe, y se quiere comer a la gatita porque para ella todo animal es rata hasta que no demuestre lo contrario.
Y gracias a San Cochado me mandaron trabajo y así me salvé de caer en las baratas de enero para no morir. Además tuve que estar saliendo y ojos que no ven, corazón que no siente. Se salvó mi bolsillo y mi conciencia, que se ha de arrepentir una de gastar en tarugadas y nimiedades sólo porque están rebajadas. Y luego que ponen pura ropa de invierno que en un mes va al fondo del ropero.
Y gracias a Santa María la Ribera algo de razón parece entrar por la ventana, espero.
Sabiduría de la quincena: Todo cae por su propio peso, hasta la caca.
Seguiremos al pie del cañón. Yo creo que nací en un nido pero de ametralladoras.




jueves, 26 de enero de 2012

Jauja y picajosos

Bien decía Paco Ignacio: "No le des fabada al niño, mujer, que va a creer que la vida es jauja".
Y yo, de mensa, siempre dándoles su fabadita, toda mona, yo. Y no sólo se creen que la vida es jauja, sino que me confunden con el mismísimo Banco Mundial.
Y bien decía Álvaro de la Iglesia, que los Menéndeces son unos picajosos. Así que, guárdeme San Bartolo Naucalpan, jaujeros y picajosos. Como decía mi abue: estoy lucida. Piensan que todo es tan fácil como picar los botoncitos del cajero automático y ¡zaz! ¡magia!, salen billetitos de diversas denominaciones y no ven el sudor que costó meterlos ahí en un principio. Claro, como una es tan dulce y tierna como para formar un hogar, no les hizo sudar la gota gorda para ganarse los quintos. Ven todo tan sencillo. Y eso que distan mucho, mis guajolodontes, de ser juniors, que si no...
Y como una es tan madraza, ahí está de sparring para que no se rompan la crisma del madrazo que la vida les pone enfrente y ellos no ven venir. La manera de que aprendan es soltarlos, alzarles la canasta y a ver cómo se despabilan y arreglan sus cosas sin depender de mami/papi, pero como eso implica moretones y chichones a una le da miedo, ese miedo inconsciente, recuerdo del andar detrás de ellos cuando aprendían a caminar y se caían cada tres pasos.
Si esto de criar hijos es que si no salen cuervos y te pican los ojos, de todas maneras hay que estar evitando que ellos solos se los piquen. No sabe a veces una si los está apoyando o si está solapando una loquera. Ni hablar. No sé si seguiré empujando la carreta que para eso tengo fama de fuerte (vértebras aparte), o la suelto y que sea lo que la suerte quiera, o lo que logren hacer.
Mientras, apechugar para no variar, paciencia de esa que se me está agotando, hacer de tripas corazón y cerrar los ojos... o ver para otro lado, que una tiene sus quehaceres, sus letras, sus amistades, sus problemas, sus pagotes de enerote, que me falta segurote del coche, inscripción de la universidad con su material y ropa, arreglotes de casa, arreglos dentales del maridín y demás gastotes que no son babotas de pericote. Y yo que pensaba invertir que porque el dinero en el banco se hace agua...
Bueno... todo fuera como eso. ¿Iré al Santuario de la Cruz Parlante o qué?
Sabiduría de la quincena: más vale que digan aquí corrió y no aquí se traumó.
Mantra de la quincena: Serenidad y paciencia, mi pequeño Solín.






miércoles, 11 de enero de 2012

Henos aquí, con este año aún casi sin estrenar. Y, como no nos ha caído trabajo del llamado remunerado, nos ponemos a hacer tarugada y media para no desesperarnos, a saber:
1. Pintarrajée (pintar es mucho decir, hay que ser modestita) la mesa del café que desde que azoté y me recluí debido a mi disco (vertebral, no de platino), se fue manchando y chorreando, se le hizo feo el barniz que cubría un mapa de Asturias que ocupaba toda la superficie. Hube de raspar con una llana, remojar con agua y jabón y luego aplicar thinner para raspotear y despellejar. Lo que más resistió y duró hasta el final fue Cangas de Onís, lo cual tomé como premonitorio: volveré a cruzar ese puente.
2. Cuidé, limpié, destapé por las mañanas y tapé por las noches un montón de loros, pericos y canarios que me encargó mi Manolo porque se fue a tierras Sonorenses. Ya hasta fui abuela de un huevito.
3. Saqué, descolgué, extendí, observé muchas prendas de mi clóset levantando la ceja izquierda: vestidos, sacos, suéteres, faldas y pantalones, y me deshice de muchos que, la verdad, no uso hace años. Lo que es la paradoja de que si no tenemos qué hacer, hacemos lo que ya debíamos haber hecho hace mucho.
4. Corregí, aumenté y desaumenté un novelón marca diablo.
5. Quité las micro decoraciones navideñas que tenía en la sala. Todo esto, obviamente, además de las chambas rutinarias que, como las hace una en modo robot, no cuentan.
Así no se deprime una mientras el año comienza a carburar.
Así no está una pensando memeces, como por ejemplo que a mis hijos debí ponerles Silvestre y Primitivo en lugar de Manuel y Diego. Esto se me ocurre cuando veo sus cuartos. O Ambrosio e Hipólito cuando uno se atarraga dos kilos de carne y el otro sufre de ataques de hipo toda la tarde. O si contrato el gas natural, si al cabo ya escarbaron toda la calle y metieron la tubería. Es desgraciadamente desagradable gastar las neuronas en esas pendejeces.
Ojalá me manden trabajo antes de que me dé por irme a las rebajas de enero como vieja loca.
Lo bueno del año nuevo: el marido está rete contento. Yo también. Lo comenzamos viendo a gente querida. Seguiré, déjense ver, no sean rejegos.
Sabiduría para el año que comienza: no hagan taradeces, no lo vayan a echar a perder ahora que está tan chulo nuevecito.
Los Reyes: no me trajeron nada, para no variar.
Próxima parada: Oaxaca.